Abuelito, ¿cómo descubriste el misterio de los regalos?



—Abuelito, ¡feliz cumpleaños! Te traigo un cuento porque hoy es tu cumpleaños, te traje un reloj y es muy bonito, tus regalos están en la sala envueltos en papel bonito.

... ¿qué ha pasado aquí?, ¡no están los regalos! Será mejor que mi abuelito descubra el misterio, pero como no puede levantarse será mejor que lo deje descansar en el sillón y voy a tratar de descubrir este misterio. Si no puedo, me rendiré.

Bueno, aquí estoy en la biblioteca, donde hay un libro sobre el misterio de quién roba los regalos. Tal vez fue Alvarito, porque a él le encanta que le den regalos... pero nunca lo ha hecho. ¿Sería André? A los bebés les encantan los regalos, tal vez se los llevó. En el libro dice que a Aranza le encanta robarlos porque quiere tener más cosas que yo. Le mostraré que no es bueno tomar las cosas que no son suyas, la buscaré para que me diga dónde están los regalos.

—¡Hola Aranza! ¿Por qué no me devuelves los regalos de mi abuelito? Regrésalos antes de que descubra tus secretos más profundos.

—No te los voy a dar pues yo no los tengo. No sé qué les pasó. Yo iba a descubrir el misterio, pero ya que tú llegaste vamos con mi abuelito, se acaba de levantar, hay que avisarle a todos.

—¡Abuelito, abuelito, alguien te robó tus regalos! ¿Sabes quién fue?

—No, pero veré el libro de leyes de robos... mmm... yo sé que Eric tiene mis regalos, ¡vayan por él!

—Sí abuelito.

—Hola Eric, devuélvenos los regalos de abuelito.

—Y si no te los doy ¿qué vas a hacer, pequeña bebé?

—Conque me dices bebita ¿verdad?

—Sí te lo digo.

—¿Adivina quién es el bebé llorón?

—Andrea, ve ya por los regalos, no discutan.

—Sí abuelito, sí lo haré.

—Abuelito, fui al baño y ahí los tenía escondidos.

—Bien. Tráemelos.

—Pero ya están aquí abuelito.

—Eric, eso está mal, parece que Santa no te va a traer más regalos. Esta vez te perdono, pero a la próxima no tendrás regalos de Navidad.

—Sí abuelito, no lo volveré a hacer.

—Abuelito, yo te llevaré a la cama, pues no quiero que te lastimes.

—Sí Andrea, vamos.

—Acuéstate y siéntete mejor. Despierta con una bonita mañana, espero que te cures y que siempre andes feliz como hoy anduviste feliz por ser tu cumpleaños y descubriste todo el misterio.

Cada vez que pienso en ti me gustaría verte curado. Yo sueño que estás curado, pero no se hacen realidad mis sueños, así que tengo que esperar y esperar para verte mejor como antes. Que Dios te dé buena suerte, un angelito te está cuidando a tu alrededor y te protege de las cosas malas pues eres el mejor abuelito de toda la tierra. Mi mamá me contó que mi abuelita tuvo muchos hijos y tú fuiste el mejor papá de ellos y eres el mejor de todos. No hay nadie que haga lo más lindo que tú has hecho abuelito: decir cosas sinceras, y que siempre rezas en las noches.

Con cariño Andrea

Te quiero mucho y no quiero que te vayas nunca, quiero que estés conmigo para siempre. Final feliz, adiós.


Andrea Martínez Jiménez
6 de diciembre de 2006

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