El gato y su padrastro



Había una vez un gatito que vivía en una casa con su padrastro. Éste lo trataba siempre como sirviente, el gatito sólo comía frutas, jugaba y no hacía nada malo.

El señor sólo ordenaba, se sentaba en su sillón y nomás prendía el televisor y comía pizza.

Al gatito no le importaba, sólo quería ser feliz, pero como era un gatito muy querido, el padrastro estaba muy enojado con él. El gatito sólo quería felicidad y siempre andaba muy contento, pero el padrastro siempre lo maltrataba. También se tomaba un garrafón entero de agua y el gatito sólo un vaso.

Un día el padrastro se fue a una conferencia. El gatito empacó sus cosas, se llevó las frutas y el garrafón, se llevó madera y comida, unos pocos juguetes y unos canastos, para hacerse una casa en un jardín. Escapó, y justo cuando regresó el padrastro ya no estaba, y hasta dejó un recado, pero no le dijo adónde había ido.
Se fue a un jardín muy hermoso y muy bonito, ¡el más bonito de aquí! Construyó su casa en un árbol. Todas las mañanas salía a jugar solo, siempre andaba feliz, a él sólo le gustaba divertirse. Cuando llegaba la noche se acostaba, no en su casa sino en el pasto, y se tapaba con flores. Cuando amanecía los pajaritos lo saludaban y a todas las personas les gustaba verlo.

Mientras tanto el señor se ponía un sombrero, tomaba un bastón y se hacía pasar por el gato. Hacía cosas feas para creyeran que era malo el gato.

Un día el padrastro, que estaba muy solo y lo extrañaba demasiado, empezó a cambiar, tiró la pizza y la cambió por unas uvas, empezó a comer frutas. Tiró el televisor y empezó a salir a jugar, y un día decidió dejar la casa. Se la vendió a un granjero y compró madera. La puso cerca del jardín donde estaba el gato, construyó una bonita casa y también allí vivía. Un día que salieron los dos a jugar chocaron, se encontraron y el gato vio que el señor había cambiado, que ahora era una buena persona. Fueron amigos, esta vez el padrastro cambió, ya no lo maltrataba y no se tomaba el garrafón de agua, le contó al gato todo y el gato dijo:

—¡En verdad me extrañaste!

No había una persona igual, vivieron los dos muy contentos y siempre hacían lo mismo, fueron amigos por siempre y para siempre y fueron como hermanos.


Andrea Martínez Jiménez
1º de junio de 2008

Volver al índice de textos

Volver a la página principal


 

Make a Free Website with Yola.