Leticia Rivera - Maestra de Andrea


Antes que nada muy buenas tardes a todos los presentes y muchísimas gracias por invitarme a platicarles un poco de Andrea, a quien tuve la suerte de conocer antes de ser alumna mía en primero de kínder y a la cual he podido dar un seguimiento en su andar como escritora, porque mantengo desde la carrera, una excelente amistad con su mamá además de ser compañeras de trabajo, y por ende soy afortunada al recibir periódicamente mails con los escritos originales de Andrea.

Andrea me tocó como alumna en primero de kínder, y uno de sus comienzos en lo que hoy nos reúne fue su primer concurso de poesía, para el cual se aprendió la poesía de “La señora jacaranda”, misma que se encargaba de practicar todos los días conmigo a la salida, mientras su mamá y yo salíamos de trabajar.

Conviví con Andrea durante segundo y tercero de kínder cuando me acompañaba en mi salón mientras su mamá y yo nos retirábamos de la escuela, que era una hora diaria aproximadamente, recuerdo bien cuando llegaba muy contenta, me saludaba y me platicaba sus aventuras del día o me pedía crayolas y material para iluminar o hacer trabajos manuales.

Hago especial mención a su manera de hablar y de expresarse, era increíble ver las caras de sus compañeros cuando en los concursos, al decir sus poesías, daba entonaciones peculiares y muy adecuadas a cada parte de las mismas, los tenía embebidos, como cuando los papás o los abuelos nos leían cuentos o historias con caras y gestos antes de acostarnos y dejábamos volar nuestra imaginación.

Desde un principio hubo dos aspectos de los escritos de Andrea que llamaron poderosamente mi atención, y que creo, son la esencia de los mismos, el primero sería la sencillez y elocuencia de su vocabulario, un vocabulario muy extenso para su corta edad, pero que nos expresa unos sentimientos preciosos y una verdad indiscutible en cada uno de ellos, verdad de niño, de inocencia, agradable al oído, un tanto soñadora en algunos escritos, pero realidad y verdad a fin de cuentas. Una realidad a la que generalmente los adultos le damos muchas vueltas, nos cuesta plasmarla por los fantasmas y prejuicios que cargamos, pero que en los escritos de Andrea fluye de una manera tan ligera y tan bonita que podríamos decir que “ni duele”

El segundo aspecto que llamó poderosamente mi atención fueron los temas, las personas, su mundo. Habla lo mismo de un día en casa o en la escuela, que de situaciones fuertes y reales pero que hace ver ligeras sin quitarles un solo gramo de verdad, expresa sentimientos preciosos hacia las gentes que de una u otra manera conformamos su mundo, pero también nos cuestiona y nos alerta sobre momentos específicos, impresiona que esto pueda plasmarlo igual sobre un juego que sobre un tema de adultos de inminente gravedad y como decía anteriormente con la sencillez e inocencia de una niña.

Ante todo esto, me quedo pensando en las palabras de Andrea, quizás debiéramos escuchar más a los niños, quizás debiéramos confiar más en los niños, o mejor aún…….quizás nunca debiéramos olvidar cuando fuimos niños, seguramente nuestro andar por la vida sería más bonito, nuestro actuar sería más natural y nuestras relaciones con la gente serían más sinceras y espontáneas, sin tantas hipocresías y poses y pensando un poco más en nuestro prójimo.

Por último solo diré que doy gracias a Dios por haberme permitido conocerla y ser un granito de arena en su formación, que felicito a su familia por apoyar y estimular ese Don con el que nació, pero sobre todo, gracias a ella por ser como es y por esos escritos preciosos que en algunos momentos tanto bonitos como difíciles de mi vida me ha dedicado, guardo con especial cariño todo lo que me escribió a la muerte de mi hermano menor, sus palabras de aliento y su peculiar filosofía, ¡excelente terapia!, acabé sonriendo y dando gracias, el sólo leerlos me relajó y me permitió esbozar una sonrisa para dejarme ver las cosas desde un punto de vista más ligero y espontáneo, inocente quizás, pero muy real y verdadero. Gracias Andrea y que sigas creciendo como persona, como mujer y como esa soñadora preciosa que siempre has sido.

Leticia Rivera
Primera maestra de Andrea

 

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